lunes, 5 de octubre de 2009

Ernesto Sábato: El artista y el mundo externo.


No le digan a nadie, pero la verdad es que los fines de semana, cuando voy a visitar a mi familia, me transformo en ladrona de libros. En realidad los tomo a título de préstamo, pero vayan a explicarle eso a mi papá, que es el Gran Expoliado. Es una tentación demasiado grande elegir y esconder un par (bueno, ejem, generalmente más de un par) de buenos libros en la cartera a la hora de la siesta, cuando nadie está mirando... He intentado explicarle a papá que, en honor de los genes y la historia compartida, algo como eso no puede ser entendido como un crimen, máxime cuando los libros son devueltos de la misma manera solapada a la semana siguiente. Pero no hay caso, se enoja igual. Creo que, si pudiera, mi papá me llevaría ante el Tribunal de la Santa Inquisición Librera. Lo que no impide que yo continúe con mi culpable actividad. Insisto, la tentación es demasiado grande. Es que, honestamente, dudo que el último círculo del Infierno esté reservado para las hijas que le pelan libros a sus padres, a pesar de lo que el mío quiera hacerme creer. Y además, qué demonios, me encanta leer. Me gusta demasiado. Digo demasiado porque pasa que muchas veces termino prefiriendo los libros al mundo externo... Y eso no es bueno, ¿verdad? La realidad muchas veces supera a la ficción. Y la realidad muchas veces me supera a mí también. Así que los libros son mi fuga favorita. Me entretengo muchísimo leyendo; mi imaginación calenturienta y desbordada en la primera frase empieza a hacer de las suyas y zas, en un segundo se abre el portal interdimensional y entro en un Universo alternativo lleno de justo aquello que más me interesa, justo en el momento en que quiero sumergirme en ello. Insisto, la fuga perfecta. Y, por último, si no me gusta, siempre puedo volver a cruzar el portal de vuelta y cerrar el libro... Cosa no tan fácil de lograr cuando se trata de la realidad.
Le sigo pelando libros a mi papá (Padre, me confieso, Mea Culpa) porque cada página de cada libro es para mí un boarding pass en primera clase. Y adoro los viajes. Quisiera compartir con ustedes un trozo del último que me pegué, leyendo El escritor y sus fantasmas, de Ernesto Sábato. He de decir que la primera vez que leí El túnel quedé totalmente alucinada; yo era una niña, creo que tenía alrededor de 12 años, y en verdad el libro me parecía lleno de una angustia y una maldad que no era capaz de comprender. Ahora sí la comprendo. Nada más leyendo el ¿epígrafe? me acuerdo del Colgado: "...en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío..." Y cuando leí el extracto que ahora les voy a citar, también me acordé de él, pobrecillo, y de este blog y su idea subyacente. El extracto se llama El artista y el mundo externo. Todo el libro está hecho de deliciosas notas como ésta; está buenísimo, estoy fascinada leyéndolo. ¡Y todavía no lo termino! Qué extraña forma de felicidad que es la literatura...
"Uno dice "silla" o "ventana" o "reloj", palabras que designan meros objetos de ese rígido e indiferente mundo que nos rodea, y sin embargo de pronto transmitimos con esas palabras algo misterioso e indefinible, algo que es como una clave, como un patético mensaje de una profunda región de nuestro ser. Decimos "silla" pero no queremos decir "silla", y nos entienden. O por lo menos nos entienden aquellos a quienes está secretamente destinado el mensaje críptico, pasando indemne a través de las multitudes indiferentes u hostiles. Así que ese par de zuecos, esa vela, esa silla, no quieren decir ni esos zuecos, ni esa vela macilenta ni aquella silla de paja, sino yo Van Gogh, Vincent (sobre todo Vincent): mi ansiedad, mi angustia, mi soledad; de modo que son más bien mi autorretrato, la descripción de mis ansiedades más profundas y dolorosas. Sirviéndose de aquellos objetos externos e indiferentes, esos objetos de ese mundo rígido y frío que está fuera de nosotros, que acaso estaba antes de nosotros y que muy probablemente seguirá permaneciendo cuando hayamos muerto, como si esos objetos no fueran más que transitorios y temblorosos puentes (como las palabras para el poeta) para salvar el abismo que se abre entre uno y el universo; como si fueran símbolos de aquello profundo y recóndito que reflejan; indiferentes y objetivos y grises para los que no son capaces de entender la clave, pero cálidos y tensos y llenos de intención secreta para los que la conocen. Porque en realidad esos objetos pintados no son los universos de aquel universo indiferente sino objetos creados por ese ser solitario y desesperado, ansioso de comunicarse, que hace con los objetos lo mismo que el alma realiza con el cuerpo; impregnándolo de sus anhelos y sentimientos, manifestándose a través de sus arrugas, del brillo de sus ojos, de las sonrisas y comisuras de los labios; como un espíritu que trata de manifestarse (desesperadamente) con el cuerpo ajeno, y a veces groseramente ajeno, de una histérica médium".

6 comentarios:

  1. la verdad es que no me dio pa leerlo entero.
    acorta tu mensaje para una mejor comunicacion, es parecido a lo de la silla no?

    me recordo a mis amigos que robaban los libros en la feria chilena de o la contrapunto de huerfanos (las mas facil de asaltar) en pos del conocimiento y la cultura, contra toda restriccion y respeto al mercado.

    en mi casa (de mis papas) nunca hubieron tantos libros... mas bien habian hartos pero nada tan sofisticado... pero siempre era entrete buscar algo a la hora de la siesta, colgarse en la hamaca y leer hasta entrar en el sueño verdadero.

    saludos.adios

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  2. Gracias por tu comentario, Pablo. Ahora tú vas a entrar a formar parte de los expoliados también, cuando me prestes el libro aquel... Pero no te preocupes que a tí (también) pienso devolvértelo. Un abrazo!

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  3. me acabo de enterar de algo que sospechaba: la disminucion lenta pero inexorable de mi biblioteca. corro a poner un recurso de amparo para proteger esos sagrados bienes. a poner un detector de libros en los accesos. atrás satanas, mas respeto por la propiedad privada. si los libros son tus amigos elegidos, le estás robando los amigos a papa, que feo... besos

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  4. No te los robo, Daddy... Nada más los secuestro por un par de semanitas. Y la disminución no es tal, no seas mula. Y yo que creí que con esta entrada me iba a reivindicar... No hay caso contigo. Pero te quiero igual. Besillos!!!

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  5. JAJAJAJAJAJAJ ja ajuajauajujuaa, ¡¡QUE GRANDE EL GABO!! Me encanta ese humor, me recuerda un poco al de mi viejo, no me extraña que se lleven bien, jajajaja!!!!

    Ah! y no hagas tald e acortar tus escritos ara que sean más digeribles. ¡Recuperemos el perdido hábito de leer, coño! EL analfabetismo funcional comienza cuando dá flojera leer un texto por verlo demasiado extenso.

    Besos Maja!!

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  6. Un besazo pa tí tbén, Giselín. Estos padres periodistas que nos tienen a mal traer... Pero los quiero más cuando pienso que parte de la culpa de que leamos tanto debe de ser de ellos. Nada de perdido hábito con padres como los nuestros!

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