jueves, 15 de octubre de 2009

Sonar: Like Suicide.

A pesar de que este blog intenta (pretenciosamente) hablar de arte, entre otras cosas, creo que la mano está algo cargada hacia cierto tipo de arte específico. Siempre he creído que cada uno viene con un canal determinado, más desarrollado que los otros, para conectarse con la realidad en general, y con la dimensión sensible de ésta en particular. En la entrada anterior mencioné que me encanta leer. Es cierto, es una actividad que me absorbe casi completamente. Pero más arrebatador incluso que la literatura, para mí lo es la música. En la música siento que, para mí, la codificación de lo real es mucho más efectiva. Es como si la conexión entre objeto y sujeto fuera mucho más expedita; la música me habla mucho más directamente que otras formas de arte.

Por lo mismo, habitualmente cuido bastante la música que escucho; no suelo prender el equipo sin una intención definida primero. ¿Qué música voy a escuchar ahora? Gran pregunta. Y últimamente, he descubierto el placer de añadir un cierto elemento sorpresa a la respuesta. ¿Cómo? Escuchando la radio. Sí, la Sonar. En verdad que ya había tirado la esponja con las radios... Hasta que escuché ésta. Fue amor a primer oído. Lo que al principio me generó sentimientos encontrados; no sabía si amurrarme por ser tan predecible en mis gustos musicales o si alegrarme por el nuevo tipo de comunión encontrada. Ahora, lo que hago es no cuestionarme al respecto y disfrutar nada más de pertenecer a una generación que ya tiene un dial en la frecuencia modulada (y en Internet). Así que en eso estoy; ahora, cada vez, prendo el equipo con expectación, saboreando por anticipado el momento de mi exclamación de placentera sorpresa: UHHHHHHH, TREMENDO TEMA!!!

¿Por qué otra cosa creen que invado Facebook con enlaces a la Sonar, ah?

Bueno, después de ese disclaimer, continuemos. Ayer en la noche, prendí el equipo y... Oh, diablos. Estaban dando un programa especial... ¡Un especial del Superunknown! Soundgarden, Cornell, grunge... Puta que fui feliz. En serio. Yo tengo el Superunknown y lo puedo escuchar cuando y cuanto se me antoje; y lo escucho bastante, sobre todo últimamente. Me gusta muchísimo. Pero no es eso nada más, no es eso únicamente. Es el hecho de que me lo pongan en la radio, a mí y a todos los demás que la estén escuchando, y saber que hay otros, que somos hartos los que estamos compartiendo en este minuto una sensación similar, que estamos disfrutando el tema que está sonando. Por eso siempre digo que la plata mejor invertida es en un recital; hay pocas cosas más geniales que estar escuchando uno de tus temas favoritos, en vivo, y rebotando y gritando y sudando y vibrando juntos con no sé cuántos miles de personas más, cada uno un mundo pero todos en la misma, pasándolo chancho. Guau. Orgía colectiva. Y bueno... A menor escala, creo que un especial en la radio es algo modestamente parecido; o sea, si te quedaste oyéndolo es porque en verdad te gusta. Como a mí. ¡Salud, hermano!

De compartir es de lo que se trata en este blog. Y ojalá, ésa sería mi intención final, lograr que disfrutemos juntos con lo mismo, aunque sea por un par de minutos. Si no te gusta, al menos lo habré intentado; en eso está mi esperanza. Ayer me quedé picada, porque no pude poner el enlace a este tema mientras estaba sonando en el especial de la Sonar. Se llama Like Suicide. Me gusta mucho este track, me parece que es uno de los grandes olvidados del Superunknown. Es que es tremendo disco en realidad; tiene tantos temas buenos que es difícil elegir unos cuantos para un especial... Por eso, pegué un bote cuando empezó a sonar éste. ¡Lo pusieron, genial, lo pusieron! No pude compartirlo ayer; lo comparto ahora. Escúchalo junto con el Colgado. Y comparte algo con él después.




Heard it from another room
Eyes were waking up just to fall asleep
Love's like suicide
Dazed out in a garden bed
With a broken neck lays my broken gift
Just like suicide
And my last ditch
Was my last brick
Lent to finish her
Finish her
Bit down on the bullet now
I had a taste so sour
I had to think of something sweet
Love's like suicide
Safe outside my gilded cage
With an ounce of pain I wield a ton of rage
Just like suicide
With eyes of blood
And bitter blue
How I feel for you
I feel for you...
She lived like a murder
How she'd fly so sweetly
She lived like a murder but she died
Just like suicide.

lunes, 5 de octubre de 2009

Ernesto Sábato: El artista y el mundo externo.


No le digan a nadie, pero la verdad es que los fines de semana, cuando voy a visitar a mi familia, me transformo en ladrona de libros. En realidad los tomo a título de préstamo, pero vayan a explicarle eso a mi papá, que es el Gran Expoliado. Es una tentación demasiado grande elegir y esconder un par (bueno, ejem, generalmente más de un par) de buenos libros en la cartera a la hora de la siesta, cuando nadie está mirando... He intentado explicarle a papá que, en honor de los genes y la historia compartida, algo como eso no puede ser entendido como un crimen, máxime cuando los libros son devueltos de la misma manera solapada a la semana siguiente. Pero no hay caso, se enoja igual. Creo que, si pudiera, mi papá me llevaría ante el Tribunal de la Santa Inquisición Librera. Lo que no impide que yo continúe con mi culpable actividad. Insisto, la tentación es demasiado grande. Es que, honestamente, dudo que el último círculo del Infierno esté reservado para las hijas que le pelan libros a sus padres, a pesar de lo que el mío quiera hacerme creer. Y además, qué demonios, me encanta leer. Me gusta demasiado. Digo demasiado porque pasa que muchas veces termino prefiriendo los libros al mundo externo... Y eso no es bueno, ¿verdad? La realidad muchas veces supera a la ficción. Y la realidad muchas veces me supera a mí también. Así que los libros son mi fuga favorita. Me entretengo muchísimo leyendo; mi imaginación calenturienta y desbordada en la primera frase empieza a hacer de las suyas y zas, en un segundo se abre el portal interdimensional y entro en un Universo alternativo lleno de justo aquello que más me interesa, justo en el momento en que quiero sumergirme en ello. Insisto, la fuga perfecta. Y, por último, si no me gusta, siempre puedo volver a cruzar el portal de vuelta y cerrar el libro... Cosa no tan fácil de lograr cuando se trata de la realidad.
Le sigo pelando libros a mi papá (Padre, me confieso, Mea Culpa) porque cada página de cada libro es para mí un boarding pass en primera clase. Y adoro los viajes. Quisiera compartir con ustedes un trozo del último que me pegué, leyendo El escritor y sus fantasmas, de Ernesto Sábato. He de decir que la primera vez que leí El túnel quedé totalmente alucinada; yo era una niña, creo que tenía alrededor de 12 años, y en verdad el libro me parecía lleno de una angustia y una maldad que no era capaz de comprender. Ahora sí la comprendo. Nada más leyendo el ¿epígrafe? me acuerdo del Colgado: "...en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío..." Y cuando leí el extracto que ahora les voy a citar, también me acordé de él, pobrecillo, y de este blog y su idea subyacente. El extracto se llama El artista y el mundo externo. Todo el libro está hecho de deliciosas notas como ésta; está buenísimo, estoy fascinada leyéndolo. ¡Y todavía no lo termino! Qué extraña forma de felicidad que es la literatura...
"Uno dice "silla" o "ventana" o "reloj", palabras que designan meros objetos de ese rígido e indiferente mundo que nos rodea, y sin embargo de pronto transmitimos con esas palabras algo misterioso e indefinible, algo que es como una clave, como un patético mensaje de una profunda región de nuestro ser. Decimos "silla" pero no queremos decir "silla", y nos entienden. O por lo menos nos entienden aquellos a quienes está secretamente destinado el mensaje críptico, pasando indemne a través de las multitudes indiferentes u hostiles. Así que ese par de zuecos, esa vela, esa silla, no quieren decir ni esos zuecos, ni esa vela macilenta ni aquella silla de paja, sino yo Van Gogh, Vincent (sobre todo Vincent): mi ansiedad, mi angustia, mi soledad; de modo que son más bien mi autorretrato, la descripción de mis ansiedades más profundas y dolorosas. Sirviéndose de aquellos objetos externos e indiferentes, esos objetos de ese mundo rígido y frío que está fuera de nosotros, que acaso estaba antes de nosotros y que muy probablemente seguirá permaneciendo cuando hayamos muerto, como si esos objetos no fueran más que transitorios y temblorosos puentes (como las palabras para el poeta) para salvar el abismo que se abre entre uno y el universo; como si fueran símbolos de aquello profundo y recóndito que reflejan; indiferentes y objetivos y grises para los que no son capaces de entender la clave, pero cálidos y tensos y llenos de intención secreta para los que la conocen. Porque en realidad esos objetos pintados no son los universos de aquel universo indiferente sino objetos creados por ese ser solitario y desesperado, ansioso de comunicarse, que hace con los objetos lo mismo que el alma realiza con el cuerpo; impregnándolo de sus anhelos y sentimientos, manifestándose a través de sus arrugas, del brillo de sus ojos, de las sonrisas y comisuras de los labios; como un espíritu que trata de manifestarse (desesperadamente) con el cuerpo ajeno, y a veces groseramente ajeno, de una histérica médium".